Cuenta la leyenda que hace miles de años, cuando el sol se dormía en el horizonte y comenzaba la noche, millones de luciérnagas se reunían en grandes grupos para disfrutar de su luz y compañía.
Llegaron a ser tantas que durante sus reuniones llegaban a emitir tal cantidad de luz que juntas deslumbraban a los gigantes de las altas montañas, y atraían a todo ser vivo sobre la faz de la tierra. Tanto si eras una pequeña planta como un gran alce, todos querían ver el maravilloso baile de luz de las pequeñas luciérnagas.
Pero no todos estaban contentos. Noche tras noche había alguien que no disfrutaba de estas bellas reuniones, alguien que observaba recelosa desde el cielo, la Luna. La Luna era una poderosa deidad que no podía evitar sentirse celosa de la atención que acaparaban las luciérnagas ella tan bella suspendida en un cielo negro, proyectando una luz blanca y pura, se veía eclipsada por tal diminutos seres, que sin saberlo la enfurecían noche tras noche.

Los seres vivos de la tierra levantaron la cabeza para mirar al cielo y sorprendidos no podían dejar de mirar aquella estampa tan espectacular. Las pequeñas luciérnagas se habían convertido en lo que ahora conocemos como estrellas, y así la envidia de la Luna fue su perdición pues ahora cada noche que alguien mira al cielo para verla, no puede evitar observar que esta rodeada de cientos de estrellas que una vez fueron pequeñas luciérnagas Unas estrellas que nos hipnotizan con su tintineo, como el batir de unas diminutas alas, como el reflejo de una vida pasada.
Cuento inédito.
Idea original de Helldew
No hay comentarios:
Publicar un comentario